Yo estaba cerca del río y vi un venado. Le apuñalé para matarlo y llevármelo a comer. En la noche soñé que el venado se convertía en un hombre grande y me desafiaba a pelear. Yo le di un puñetazo y le empujé al suelo, él se recuperó, le volví a pegar y lo tenía agarrado del cuello. El venado se dio cuenta de que yo soy fuerte y me dijo: “Tu me has vencido, ya no peleemos seamos amigos. Te pido que no me mates ni comas mi carne hasta el día en que mueras. En cada venado que veas yo estaré ahí.” Así soñé, por eso ahora no como carne de venado, si como me enfermo. Así son los sueños.